

Es media tarde y unas pocas nubes cubren el sol. Un hombre se baña con el torso desnudo en una de las piletas de la Plaza Botero. Las personas que pasean junto a las esculturas del artista colombiano se detienen a mirarlas y aprovechan para posar frente a la cámara sonriendo o levantando los brazos.
Desde su inauguración en el 2000, la Plaza se convirtió en un referente turístico de Medellín, pues exhibe permanentemente 23 piezas donadas por el maestro y es la antesala del Museo de Antioquia, en donde se exponen la mayor cantidad de obras del artista.
En la plaza, algunos comerciantes ofrecen sombreros estilo vaquero “solo para las fotos, sin ningún compromiso”. Otros se acercan con una gran cantidad de pulseras para ofertar pero primero, amarran en la muñeca de su posible cliente hilos de colores, a manera de regalo.
Medellín en souvenirs

Foto: Nelson Dávalos

Foto: Nelson Dávalos

Foto: Nelson Dávalos

Foto: Nelson Dávalos
La gente pasea entre el autorretrato de Botero y las piernas robustas de “Eva”, pasando por “Caballo”, “Gato”, “Mano”, entre otras obras destacadas por su volumen. Los comerciantes de artesanías aprovechan para comentar con los turistas lo que saben de las esculturas.
Juan Camilo Velázquez es uno de ellos, tiene 21 años, ojos claros, pestañas largas y voz tímida. Un sombrero le cubre el rostro del sol y lleva puestos unos guantes negros en las manos. Sostiene una bandeja de madera en donde están ordenadas esculturas a escala, llaveros e imanes con las obras más famosas de Botero. Hace un año que vende artesanías en la Plaza Botero. Está a la espera de los resultados que definirán su porvenir. Quiere ser parte de lasfilas del Ejército Colombiano. Mira en todas las direcciones, tímido pero atento. Su estrategia para vender la mercadería es acercarse a la gente y contarle la historia de las esculturas de Botero y su significado.
"Ese que está aquí es el autorretrato de Botero, el autor lo realizó cuando tenía 33 años", dice mientras señala la escultura de una cabeza robusta con ojos prominentes y barba.
Aunque no es muy fanático de la obra de uno de los pintores y escultores colombianos más influyentes y reconocidos a nivel mundial, sabe mucho sobre él. Es su trabajo, por el momento. Tiene algunas esculturas en su casa. La que más le gusta es la "Paloma de la Paz", a pesar de que le recuerde la relación de su familia con el narcotráfico y la explosión de la bomba instalada detrás de las patas del pájaro de bronce.
Juan Camilo Velázquez espera recibir una noticia positiva en unas semanas. Si eso sucede, se libraría de vender recuerdos.
En junio de 1995, una de las esculturas de Botero se volvería mucho más famosa porque explotó en el Parque de San Antonio, una zona céntrica de la ciudad. Era la "Paloma de la Paz". El atentado dejó 29 muertos y 200 heridos. Si aquel día Omar Villada hubiera estado ahí, haría parte de las cifras.
"El día que explotó la bomba en el Parque de San Antonio yo estaba en otra plaza, pero me acuerdo que escuché el caos. Decían que los pedazos de la escultura de la Paloma volaron en forma de abanico", cuenta Omar y abre sus manos para explicarse mejor. "Muchos conocidos y amigos murieron ese día", agrega.
Omar Villada tiene 50 años y desde hace 30 se dedica al comercio de artículos variados en las plazas de la ciudad. Actualmente, vende artesanías para mantener su hogar.
"Mi lady, lleve un recuerdo de Medellín". Villada habla en un tono alegre y bromista, mientras sostiene una estatua de Botero a escala. “Eso es lo que les digo a las turistas para que compren los recuerdos”, explica.
Villada cree en muchas cosas: en una posible inundación de la que, por su ubicación geográfica, Medellín se salvará, en los viajes astrales a otros planetas o en la posibilidad de que Pablo Escobar haya sido muy amigo de Botero. Habla acerca de sus teorías con la misma seguridad que cuando cuenta que los meses del año más productivos son diciembre y agosto y que los turistas mexicanos, chilenos, argentinos, ecuatorianos y peruanos son quienes más compran.
Si Villada hubiera nacido en otro contexto, país o época quizá sería escritor. Tiene muchas historias que contar y sueña con hacerlo algún día. Dice que él toma en cuenta el consejo de los grandes escritores: “primero vive y luego escribe”. Él aún está viviendo. Todo lo que conoce lo ha leído en libros. Sus favoritos son los de ciencia ficción y autoayuda, estilo Paulo Coelho.
Lejos de las esculturas, en un lugar cercano a las tiendas de recuerdos, un hombre llama a la gente para que apueste su dinero. Un cuy de color marrón está frente a 14 recipientes que desde arriba parecen pequeñas casitas con números escritos con tinta azul. Dice que el animal favorecerá a quien quiera. -besito al papá, dice con un notable acento paisa y el conejillo regresa la cabeza y parece que acerca la boca a la mejilla. El hombre suelta a su mascota y esta corre hasta el número 11. Ya tiene un ganador.
El sol empieza a ocultarse. La gente sigue recorriendo la plaza y retratándose junto a las esculturas. Los vendedores de recuerdos empiezan a irse. En su lugar, quedan comerciantes de comida, mujeres que venden minutos a celular, grupos de chicas en minifalda reunidas alrededor de las bancas de la plaza, hombres que buscan algún lugar donde acomodarse para pasar la noche, que parece ser igual de intensa que el día.
Paola Carrillo y Kerly Morán
Estudiantes de Periodismo
Séptimo semestre